Existen estudios que confirman la relación directa o
indirecta del estrés con la esterilidad.
El estrés puede agudizarse por el hecho
de no quedarse embarazada.
Investigadores
de la Universidad de Oxford, el Instituto Nacional de la Salud de los Estados
Unidos o la revista “Human Reproduction” han mostrado evidencias empíricas de
esta realidad.
Se ven
afectados los embarazos naturales como los embarazos con un tratamiento de
reproducción asistida. Los estudios establecieron que las mujeres con niveles
altos de estrés tienen un 20% menos de probabilidades de quedarse embarazadas
con un tratamiento
Por primera vez, la ciencia da la
razón a esta creencia popular en un estudio publicado en la última edición de Human Reprocuction.
El trabajo, dirigido por
investigadores del Texas A&M Health Science Center (EEUU) demuestra que el
estrés preconcepcional, medido a través de un biomarcador, reduce en un 29% las posibilidades de concebir en un año. Para llegar a esta
conclusión, los investigadores reunieron a 501 parejas que traban de concebir
un hijo de forma natural y las siguieron durante un año. De ellas, 401
completaron el protocolo del estudio y en 373 se obtuvieron todos los datos. La conclusión de esta investigación afirma que
las mujeres con altos niveles de alfa amilasa salival y cortisol comparados con
las mujeres con niveles bajos tienen menor probabilidad de quedarse embarazadas
(Lynch, investigadora del estudio life de EEUU Investigación Longitudinal de
Fertilidad y Medio Ambiente).
Las investigaciones confirman
la eficacia de la intervención psicológica (psicosocial y psicoterapéutica) con
parejas infértiles, es necesario
realizar más estudios para las mujeres que no tienen pareja, es decir madres
solteras por elección (MSPE). Múltiples investigaciones aportan certeza sobre el importante impacto
psicológico negativo de los tratamientos de infertilidad en las parejas, y
acerca del consecuencia positiva del soporte de las intervenciones psicológicas
para tratar la ansiedad, depresión y estrés durante los procedimientos de los
tratamientos reproductivos (Ávila y Moreno, 2008).
No hay que considerar el estrés o ansiedad como
un factor único, primero
es necesario considerar las causas orgánicas,
factor relevante de riesgo para la esterilidad es la edad.
Por todo lo indicado, el objetivo no es tener
hijos, sino la oportunidad de ejercer la parentalidad (parental significa "propio
de quien da a luz" la madre) como
una aspecto particular de la madurez del
ser humano (Ávila, 2005), pero no la única (Domar y Dreher, 1996). Y para extender
la ocupación parental, el ser humano tiene distintas formas para conseguirlo, cuando está en circunstancias
de experimentarlas
Estos estudios arrojan luz y abren
más posibilidades para lograr el embarazo a las mujeres que tienen dificultad
para quedarse embarazadas con altos niveles de estrés, es una invitación para
considerar alternativas como el mindfulness o
atención psicológica para gestionar el estrés, y todas las emociones que
pueden sostenerla como los miedos, inseguridades, tristeza, culpa, frustración,
posible duelo de los intentos fallidos, múltiples
emociones que surgen en el proceso.
Ya para finalizar, os
invito a una reflexión e invitación para realizar futuras investigaciones Algo
que también se ha observado, y podría sorprender el porcentaje de estos
resultados, mujeres que no se quedan
embarazadas tras varios tratamientos, viven procesos muy duros e intensos,
pasando por múltiples duelos y cambios emocionales, en la decisión del último tratamiento, tras diversos duelos vividos realizan un
paréntesis o forma de desconectar con el estrés o esta realidad. Paradójicamente,
hay casos que se producen embarazos en este último tratamiento, al igual ocurre cuando
reciben diagnósticos de la infertilidad y deciden no continuar con los
tratamientos o incluso se preparan para un proceso de adopción, en pocas
palabras, tras hacer un paréntesis, saber que es el último intento, conlleva
aceptar este definitivo duelo, incluso puede que tras tener la sensación de
“tirar la toalla”, se produce un estado de mayor relajación que posibilita no
estar en contacto continuo con el estrés acompañado de emociones intensas que
han acompañado durante todo el proceso.
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