Viaje interior: Dar, recibir y compartir


“Hace un tiempo leí un libro de Mahatma Gandhi. En él había un fragmento que decía que la religión, es decir la búsqueda del viaje interior, no debería separarse de la búsqueda hecha en la travesía externa y social ya que no somos seres aislados”. – Satish Kumar

Somos el resultado del viaje interior del pasado, fruto de nuestras experiencias, del cual necesitamos hacer las paces además de reconocerlo desde el corazón, los sentimientos. Indentificarlos para  pasarlos  al nivel de la conciencia a través del cerebro para gestionarlos desde el presente, el cual es un regalo, dejando paso al  futuro que es un misterio.

Si entendemos bien esos tres pasos desde todos nuestros propios recursos, conocimientos, experiencias y cualidades, con todo ello siendo  fiel a un @ mism@ , podremos  reconocer que lo que hacemos está acorde con los sentimientos y consecuentemente  valga la pena vivirlo, marcando la diferencia. Se trata de entenderte, cuidarte y valorarte como persona para poder hacerlo, compartirlo y recibirlo en tu travesía externa y social.

Realmente nuestro legado no son nuestras pertenecias tales como nuestra casa, coche, carrera profesional, pero sí el haber hecho sonreir a esa persona tan especial en ese momento  estaba tan mal, o haberle dado tu mano cuando  se cayó y  sentía derrotada  o simplemente supiste escuchar a esa perona  que en un momento dado necesitaba que lo escucharan o solamente tenía la necesidad de recibir un abrazo… o cuando recogistes a ese pájaro herido debajo de ese árbol e intentaste curarle en tu casa.

¡Lo simple es grandeza!, ¡no busques más! La vida es sencilla, nosotros la convertimos en complicada y somos quien tiene el poder de sanarla o contaminarla a través de todos esos patrones que hemos permitido construir y se han convertido en nuestras propias ventanas o muros, la vida depende de nuestra actitud, es nuestra decisión.

No te olvides que has marcado esa diferencia en los otros en un momento dado, puedes continuar haciéndolo, pero lo más  importante; ¡comienza contigo mismo!  Y recuerda, comparte los trocitos de tu vida y experiencias  que es lo más valioso que nadie puede recibir, es lo que te hace único y hará inmortal. Hará que no te olviden y seas especial hasta que ese niño o (ya) adulto que te ha conocido y recibido esos trocitos tuyos te recuerde y convierta en inolvidable hasta que  también finalice su travesía. Ya que lo que os hizo conectar con los sentimientos o corazón fué  ese abrazo que le diste a esa persona que necesitaba conectar en ese momento con tus latidos y tú con los de él/ella.

Pero eso , no es sólo cuestión de dar pero también de recibir, tú te mereces también esto útlimo. Y ten en cuenta que compartir los sucesos negativos divide y compartir los sucesos positivos multiplica.
Por lo tanto, da  y comparte sin esperar nada a cambio pero de forma consciente porque tu tiempo, tu esfuerzo, tus experiencias y conocimientos son valiosos, no permitas que no los valoren, empieza tú dándole el valor que se merecen: ¡Da sabiendo a quien! Y si no has sabido hasta ahora, nunca es tarde para rectificar y tú empezar a valorarte lo mucho que te mereces. ¡Corrige, agradece y cultiva tu legado!.

Y recuerda, ¡tú eres el creador de tu mente!

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